He descubierto la foto de un amigo muy querido para mí tras un micrófono con el anagrama del PNV. Me importa poco que se haya metido en política. Es más, su presencia dignifica la política para mí.
La verdad, o es "toda la verdad y nada más que la verdad", o no es verdad. Y la verdad es que mis creencias en política se fundamentan sobre el sentimiento que me producen unas personas concretas. No sobre ideas.
Como el recuerdo de aquel hombre joven de Nabarniz, que se persignó tres veces antes de montarse en el coche, o el de aquel alto funcionario, que mientras esperaba algo relacionado con la Clínica Universitaria, me propuso tener sexo conmigo en un rincón de la ciudadela de Pamplona. Entiendo que sería algo muy propio de la política al uso, elaborar una reflexión sobre la iglesia y sobre el estado, incluyendo el sentimiento que me produjeron esas personas, pero sin mencionarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario