"... Heidegger tenía un rostro ordinario, no un rostro inteligente, dijo
Reger, era totalmente un hombre poco inteligente, carente de toda
fantasía, carente de toda sensibilidad, un rumiante filósofo
superalemán, una vaca filosófica constantemente preñada, dijo Reger, que
pastaba en la filosofía alemana y durante decenios dejó caer sobre ella
en la Selva Negra sus coquetas boñigas. Heidegger era, por decirlo así,
un filosófico estafador de novias, dijo Reger, que consiguió poner
cabeza abajo a toda una generación de especialistas alemanes en ciencias
filosóficas. Heidegger es un episodio repelente de la historia de la
filosofía alemana, dijo Reger ayer, en el que participaron todos los
alemanes dedicados a la ciencia y siguen participando aún..."
Probablemente, Reger no se equivoca: pasar años aprendiendo griego,
latín, alemán, francés, inglés, lógica, antropología, teología..., sólo
para poder acceder a una enormidad de ensayos de difícil comprensión, y
que, para colmo, han sido ya refutados; no tener siquiera la esperanza de
poder llegar a la comprensión de todo el conocimiento científico actual, y todo para vivir discretamente de la docencia y casi completamente
incomprendido, no parece, desde luego, un compendio propio de lo que entendemos
por personas inteligentes.
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