4.3.13

KITSCH Y ARISTOCRACIA

"... El kitsch no es un estilo, ni una moda. Tampoco es un virus o una enfermedad. El kitsch es parte de los desechos naturales que generamos los diseñadores y debemos reconocer lo que es. Mi unica sugerencia al respecto es: bajen la tapa del escusado, tiren de la cadena y lávense bien las manos..."

Fernando Vallejo

Leído aquí


Hay un fuerte sentimiento aristocrático en estas palabras. Quien haya "diseñado" alguna vez sabrá que sumarse a él es una tentación a la que resulta difícil sustraerse.

El kitsch, como bien dice Vallejo, es un producto, pero no precisamente de los diseñadores, sino de la industria, que ha decidido prescindir del diseño "de calidad". Un coste menos.

El kitsch, como etiqueta, es una creación de los diseñadores y de los intelectuales. Su objetivo final es poner en valor su trabajo. Desde luego, lo kitsch existe solamente en su mente, no en la del consumidor. De otra manera, dejaría de existir en el acto de toma de conciencia. Y es esa toma de conciencia la que busca el diseñador.

El tercer agente de este asunto es el público. Pero el público apenas entendemos de arte. Lo que nos mueve es el afán por alcanzar la aristocracia. Y lo hacemos a través de los objetos que caracterizan su apariencia: los objetos bellos.

Así, las palabras de Adorno: "... el kitsch, o cursilería, es lo bello menos su contraparte fea...", deberían cambiarse por "el kitsch es lo bello menos el resto de la totalidad". Y eso porque yo no podré ser nunca como el señor Vallejo. Para serlo, no sería suficiente con que poseyera los objetos que él ha ideado. Debería incluir sus aptitudes, sus años de estudio, de trabajo, de brega con clientes, etc.

2 comentarios:

Mertxe dijo...

Siempre que me topo con esta palabra me viene a la cabeza aquel gato de vidrio verde botella que le regalaron a mi ama. Era tan... tan... Al fin, un día 'se me cayó' mientras le quitaba el polvo. Creo que fue un alivio para todos, sobre todo para el objeto del obsequio.

Glo dijo...

Decía uno de mis profesores que el mejor arte se encuentra al borde del ridículo. Lo kitsch se encontraría justo en el otro lado.