En Fukushima ha habido héroes, sin duda, pero a Masao Yoshida, el director de la planta que falleció recientemente, no puede aplicársele el término hasta que no se aclare el asunto de las contrataciones irregulares (por mediación de mafias, en las centrales nucleares japonesas se contrataban indigentes a los que no se formaba, ni se protegía, ni se pagaba adecuadamente, y a los que se hacía trabajar por períodos mayores de los permitidos).
Yoshida murió de cáncer, que como sabemos, es el principal problema de todo lo nuclear, aunque TEPCO (que ahora son también expertos en medicina) descarte "que el cáncer que acabó con su vida pudiera ser provocado por la alta radiación emitida en la planta". El cáncer podría ser, entonces, producto de la radiación anterior al accidente, que los operarios querían eludir subcontratando el trabajo que debían hacer ellos.
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