V
No los conocimos
era la esperanza íntima quien nos decía
haberlos conocido de muy niños.
Quizá los viéramos dos veces y tomaran luego el barco:
cargas de carbón, cargas de grano. Y nuestros amigos
allende el océano perdidos para siempre.
El alba nos encuentra junto a una luz mortecina,
dibujando con torpeza y con esfuerzo en un papel
barquitos, sirenas, caracolas.
Al atardecer bajamos al río
que nos señala el camino hacia la mar,
y pasamos las noches en sótanos con olor a brea.
Nuestro amigos se fueron
quizá no los viéramos nunca,
quizá los hubiéramos encontrado cuando aún el sueño
nos llevaba tan cerca de la ola que respira,
quizá los estemos buscando porque buscamos la otra vida,
más allá de las estatuas.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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