14.3.14

JUEVES, DE NOTAS A UNA SEMANA, DE SEFERIS

JUEVES

La he visto morir en muchas ocasiones,
unas veces llorando en mis brazos,
otras en los de un extraño,
una sola, desnuda:
así vivió a mi lado.
Ahora sé que no hay nada más allá 
y aguardo.
Si me angustio es sólo asunto mío,
como los sentimientos que por cuestiones tan simples
que, por así decir, hemos superado.
Sin embargo, me angustio todavía porque
tampoco yo he sido - como hubiera deseado -
como la yerba que oí crecer
una noche junto a un pino.
Porque no seguí al mar
otra noche en que las aguas se arrastraban
bebiéndose lentamente su amargor,
ni tampoco comprendí, cuando palpé las algas húmedas,
el precio que queda en las manos del hombre.
Todo ha pasado onerosamente y para siempre,
como las gabarras con sus nombres descoloridos
Helena de Esparta, Tirano, Gloria Mundi
bajo los puentes, más allá de las chimeneas,
con dos hombres semidesnudos
inclinados a proa y a popa.
Pasaron, no distingo nada, en medio de la niebla matinal,
sin distinguirse apenas de los corderos ruminado echos un ovillo
ni distinghuir en la noche la luna sobre el río
que espera;
sólo siete lanzas hundidas en el agua
estancada y sin sangre
y, a veces, en las losas lúgubremente iluminadas
bajo la torre bizca,
un Nazareno pintado con lápiz rojo y amarillo
enseñando su llaga.
"No echéis vuestro corazón a los perros.
No echéis vuestro corazón a los perros".
Su voz se hunde con el sonido del reloj;
tu voluntad, busqué tu voluntad.


Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

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