19.3.14

RAVEN, DE ESBOZOS PARA UN VERANO, DE SEFERIS

RAVEN


In memoriam E. A. P.

Años como alas. ¿Qué recuerda el cuervo inmóvil?
¿Qué recuerdan los muertos en las raíces de los árboles?
Tenían tus manos el color de la manzana madura.
Y esta voz que siempre vuelve, esta voz baja.

Los navegantes miran la vela y las estrellas
escuchan el viento, escuchan, más allás del viento,
     otro mar
como una concha cerrada cerca de ellos, no escuchan
nada más, no buscan entre las sombras de los cipreses
un rostro perdido, una moneda, no se preguntan
al ver un cuervo en una rama seca qué recuerda.
Inmóvil queda ese cuervo posado en lo alto de mis horas
como el alma de una estatua sin mirada.
En ese pájaro han ido a juntarse multitudes,
miles de seres olvidados, arrugas extinguidas,
abrazos deshechos y sonrisas inconclusas,
tareas interrumpidas, calladas estaciones,
un pesado sopor de lloviznas de oro.
Inmóvil queda. Contempla mis horas ¿qué recuerda?
Tienen tantas heridas las gentes que no vemos,
sufrimientos en suspenso a la espera del Juicio Final,
humildes anhelos pegados al suelo,
niños asesinados y mujeres hastiadas al alba.
Tal vez graviten en una rama seca, tal vez graviten
en las raíces del árbol amarillo, sobre los hombros
de otras gentes, rostros insólitos
que hundidos en la tierra no osan tocar una sola gota
     de agua.

Tal vez no reposen en parte alguna.
Tenían tus manos un peso como si estuvieran dentro del agua,
dentro de las grutas del mar, un peso liviano sin pesares,
con ese gesto con el que rechazamos un mal pensamiento,
encalmando la mar hasta el horizonte, hasta las islas.
Pesada se vuelve la llanura tras la lluvia.
¿Qué recuerda la llama negra detenida en el cielo gris
hincada entre el hombre y su recuerdo,
entre la herida y la mano a la que hirió una lanza negra?
Se ensombrece empapada de lluvia la llanura, cesa el viento,
no basta el propio aliento ¿quién podrá mudar el viento 
     de lugar?
Dentro del recuerdo, un vacío - un corazón asustado-
dentro de las sombras que luchan por volver a ser hombre 
     o mujer,
dentro del sueño y de la muerte: una vida estancada.

Tenían tus manos siempre un gesto hacia la mar dormida
acariciando el ensueño que despacio hacía elevarse a la 
     araña dorada
que en medio del sol soportaba la multitud de constelaciones
cuando los párpados entornados, las alas plegadas...

Korçë, invierno de 1937.


Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

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