"Llegó el momento de que mi yegua pariera. Es muy delgada pero había engordado mucho. Tenía gran interés en ver el acontecimiento del parto. Sin estorbar. Para ello madrugaba todos los días y, haciendo fuego para calentarme, pasaba las horas a la espera. Pero no conseguí verla. Eran días de mucho frío. Le tenía preparado un refugio con cama de paja limpia para que entrara en él y pariera allí si así lo deseaba, pero ella prefería estar fuera, en el pequeño campo con su amiga. Su amiga es mayor que ella. Había parido tres veces pero llevaba mucho tiempo sin parir. Un día llegue y la sorpresa: mi yegua ya había parido, el potrillo era muy grande y estaba perfecto. La madre también se encontraba bien. Parió en el mismo sitio que la vez anterior. Retiré los restos del parto: la bolsa amniótica, la placenta que estaba entera, y limpié un poco sus muslos. Pude acercarme al potrillo y desinfecté su ombligo. Vi como se agarraba a la teta de su madre para mamar: todo había ido bien.
Al día siguiente ocurrió lo siguiente: cuando llegue a las cuadras, vi a la madre en un campo sola, al potrillo y a la yegua mayor los encontré cerca de las cuadras, al llegar la yegua mayor me miraba como diciéndome “mira lo que tengo”. El potrillo buscaba sus mamas y ella le dejaba. Estaba orgullosa: se había apoderado del potro. Su instinto maternal fluyó tanto que quiso ser la protagonista del acontecimiento. Ella llevaba mucho tiempo sin ser madre. Bueno, yo como si nada: estuve haciendo otras cosas sin dejar de observar. Así hasta cuatro horas: la madre iba a por su hijo; la otra la echaba de allí, con gestos, poniendo sus orejas hacia atrás, y dando arremetidas con la cabeza -cualquiera se acerca-; la madre, desesperada: “me han quitado a mi hijo”... La yegua mayor es una yegua muy buena, nunca ha hecho un mal gesto, ni cuando se la monta. No me atrevo a calificarla, pero puedo decir que es lista. Te mira con dulzura volviendo su cabeza como diciéndote algo. No ha tenido muy buena educación: ha aguantado cualquier trato. Montada va muy acelerada, y cuando repartes comida, ella se impone sin demasiada agresividad a ser la primera para comer. ¿Por qué actúa quitándole el potrillo a su amiga? No esperé a ver lo que seguiría ocurriendo: cambie de sitio a la yegua mayor y dejé a madre e hijo en otro lugar. No podía arriesgar: si llevaba mucho sin mamar, si no mamaba los calostros, también se le podía retirar la leche a su madre. Los sentimientos que intervinieron en esta situación pueden ser “celos”, su instinto maternal fuerte la impulsó a “querer ser madre”; o sólo “quería llamar la atención”. No lo sé. Después de un tiempo, volvieron a estar juntas con el potro, con una convivencia normal, sin ser grandes amigas, pero con un pequeño hermanamiento.
Los sentimientos y emociones de los caballos, igual que los nuestros, a veces son difíciles de entender. En manada y en grupos grandes hay una red de vínculos que unen en amistad a algunos caballos, y a otros no. También se da el caso de que algunas yeguas tienen que convivir en el mismo grupo teniendo una gran enemistad entre ellas, aparecerán dentro del grupo en extremos opuestos. No le demos vueltas. Creo que lo que es cada caballo, digamos que su esencia, está en su mente y en su corazón.
A la pregunta de ¿tu caballo te quiere?, reflexiono y no contesto a la ligera: estoy seguro que mis caballos me quieren. Pero no es el mismo querer que el que sentimos entre humanos. Creo que me quieren porque les doy de comer, estoy con ellos, les masajeo donde les gusta, me preocupo por ellos, por su salud, y ellos lo notan, porque confían en mí. Y esa confianza la basan en que yo no les haré daño nunca, que no les haré pasar por situaciones incómodas y desagradables. Siento que me quieren porque al llegar cerca de las cuadras reconocen mi vehículo y los noto alegres: algunos relinchan de alegría. Alguna vez algún amigo me esperó en el camino al lado de las cuadras y me comentó que ya se alteraron mucho antes de que él viera mi coche. Ahora, estoy seguro de que si tuvieran que decidir entre quedarse conmigo para siempre o con un amigo de la manada, elegirían quedarse con sus amigos pastando para siempre. O no.
También he vivido otras situaciones, caballos que han dado muchos problemas en el desbrave hace mucho tiempo. Es probable que hayan tenido malas experiencias, yo no lo sé. Pero llegaron sueltas en un camión dos potras cerriles con mucho de “ingles”. Me costó mucho desbravarlas; me era difícil cogerlas; conseguí montarlas, pero no venían a mi con confianza. Hoy habría actuado de otra manera y habría salido todo mejor para mí y para ellas.
Un día me caí de mi yegua alazana -ella muy briosa-. Yo quede en el suelo junto a sus manos. Ella no me piso y estuvo a mi lado hasta que me recuperé. Era tan dulce y me quería tanto. En la misma situación, a muchos les toca ir andando hasta casa.
No se por qué, pero en los caballos existen los flechazos y, aunque no le hayamos rascado su cruz, unos se quedan con nosotros y otros no: ellos eligen. Será por nuestro olor o por nuestro lenguaje corporal. Hay personas con tanta sensibilidad, sobre todo mujeres y niños, que atraen a cualquier caballo y se hacen amigos de todos.
El hombre tiene el cerebro el doble de grande que el del caballo: en una parte de nuestro cerebro tenemos la razón, la lógica, la imaginación, la planificación del futuro, el lenguaje; pero la parte que trata las emociones el sistema límbico es igual de grande en el caballo que en el hombre. El cerebro del caballo tiene poca capacidad de racionalizar, no puede imaginar, no tiene concepto de futuro, no hace planes: vive el momento; pero, eso sí: con recuerdos de lo bueno y lo malo que le ha pasado. Con una increíble memoria apreciará si ha cambiado algo en su entorno, incluso recuerda el sitio exacto en el que le ocurrió algo. Su cerebelo, que es el que controla los movimientos en equilibrio, es más grande que el del humano.
La producción de las hormonas del estrés les ayuda a superar lo que ocurre en sus vidas: superar un susto y una huida de los depredadores, alguna herida o lesión, el cambio de grupo de los jóvenes, superan el destete... Superando estas incidencias, él vuelve a la vida de equilibrio y tranquilidad, descansando y recuperándose.
Sentimientos y estados:
Amistad:
Estar hermanados es tener un lazo fuerte de unión entre dos caballos amigos: pasean juntos, se asean juntos, se quitan las moscas, se rascan la cruz, van juntos en la manada... Si no tienen miedo de las personas, tienen con ellos sentimientos: pueden considerar a los humanos como caballos. Si le acaricias, cepillas y rascas su cruz, él rasca tu espalda. Si a un caballo solitario le ofreces amistad, no se separará de ti. Si eres audaz y con sentido común, te trata como a un líder. Relacionados con la amistad están los sentimientos de amor, cariño y afecto.
Tristeza:
Seguro que se entristecen cuando a un amigo se lo llevan a otro lugar. Cuando ven un remolque, se alteran, por la novedad de si llega un nuevo caballo o por la posibilidad de que se lleven a un amigo. ¿Cuánto tardan en superar esta separación? ¿Reconocen a su amigo en el caso de que regrese pasado un tiempo? El que estén frustrados también les lleva a la tristeza. Se frustran al no poder hacer lo que quieren, como por ejemplo pasar encerrados continuamente en un box.
Alegría:
Están alegres y contentos cuando están en el prado con sus amigos correteando y saltando, haciendo cabriolas en el aire. También cuando están con nosotros si somos amigos y, aunque no seamos amigos suyos, si no han tenido ninguna experiencia negativa con los humanos, por curiosidad se acercaran a nosotros y si le damos caricias y buen trato, estarán a gusto a nuestro lado.
Ambición:
No son ambiciosos, aunque les montemos en concursos de importancia. Ellos no ambicionan ser montados y no entienden lo que significa el conseguir trofeos. Pero percibe cuando estamos contentos con él, porque algo ha hecho bien.
Ánimo:
Tiene cambios de estado de animo. El tiempo y el clima y otras situaciones les hacen cambiar de ánimo. En primavera se les altera la sangre.
Percepción:
Percepción:
Tienen una captación intuitiva de percepción del pensamiento, incluso de lo que pensamos nosotros y de nuestro estado de animo; de si estamos contentos, cabreados, preocupados, etc. Los caballos siempre piensan en positivo.
Posesión:
Posesión:
El sentimiento de posesión en el semental está acentuado y éste necesita la compañía de las hembras, también reúne a todos los de su grupo para protegerlos. Incluso defienden el territorio donde estará su harén. El semental da cierta estabilidad a la manada y une al grupo.
Familiaridad:
Familiaridad:
Existe un sentimiento o vinculo familiar muy fuerte, la amistad y la actuación del semental son sentimientos que crean la estructura del grupo. El sentimiento maternal de la madre con su hijo. El vinculo familiar lo vemos cuando se asean, dormitan, juegan y se desplazan juntos. El semental juega con sus potros. Los potrillos se hermanan con los de su edad. Se crean grupos de solteros. Las yeguas se hacen amigas uniendo familias.
Preocupación:
Preocupación:
Si están preocupados buscan la compañía de otro caballo, o de nosotros, y el encontrarse seguros, y las caricias, les calman.
Muerte:
¿Qué sienten ante la muerte? Los caballos no están pendientes de la muerte, ni cuando otros caballos mueren aunque sean amigos. Pueden percibir cuando se acerca su muerte alejándose del grupo. Las muertes por vejez muchas veces son debidas a un fallo cardíaco. La yegua, si su potro ha muerto al nacer, que no lo ha olido, visto y oído vivo, no lo echa de menos porque no se han creado sentimientos maternales; pero si muere al poco de nacer se queda con el cadáver durante días sin querer volver al grupo.
No entiende de ordenes, ni obediencia, ni autoridad, pero si entiende de dolor y de incomodidad.
No entiende de ordenes, ni obediencia, ni autoridad, pero si entiende de dolor y de incomodidad.
Dependiendo de su temperamento, carácter, genética, raza, enseñanza y sus condiciones de vida, los caballos también pueden ser o estar: pesimistas, optimistas, depresivos, resignados, resentidos, voluntariosos, traumatizados, apasionados, enfadados, orgullosos, egoístas, soñadores, juguetones, holgazanes, linfáticos, fogosos, felices …"
Texto de David Muriel Holgado encontrado aquí.
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