Busco alguna película hecha como forma de exponer ideas estéticas contemporáneas, pero tropiezo con películas "sobre" arte contemporáneo, con películas en las que los artistas contemporáneos son actores, o películas "sobre" artistas contemporáneos. Por tanto, con productos que asumen que el cine es un reflejo o una explicación de la realidad. Para el público, desde luego, el cine es eso incuestionablemente.
El Estado y la Iglesia, por ejemplo, son respetados en tanto que entidades que no recaen en personas concretas. Sí tienen sus "representantes", más o menos estimados, y más o menos cambiantes, pero que no forman parte esencial de esas instituciones. Pero para el público el cine es algo muy diferente: no es una institución, sino una forma de conciencia asumida como propia; tampoco tiene "representantes", ya que sus autores y promotores, al permanecer tras el plano de la pantalla (hacia el lado del espectador), dejan de existir. El público interpreta una película como un selfi; como esas fotos de grupo tomadas con temporizador, o como esas sesiones de sexo grabadas por sus propios protagonistas. Hay muchas personas que no distinguen cuándo hay un cámara y cuándo no lo hay; tampoco cuándo una toma es real y cuándo es un "montaje". Y por tanto, tampoco hay muchas personas que perciban intenciones estéticas, económicas, o políticas, hasta el punto de no llegar a sospechar que existan. En el caso más extremo, el espectador es quien estaba allí, mirando, como si de Dios ommisciente se tratara, y lo acontencido pasa a formar parte de sus acontecimientos vitales. Y no solamente eso, sino que cada uno de nosotros, a pesar de ser consciente de todos estos hechos, puede participar del cine de esa manera: en "modo espectador inconsciente".
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