Lo convencional es hacer un jardín botánico con una sola idea, que es lo que pretende el señor alcalde de mi pueblo cuando expulsa a los ocupantes de las huertas urbanas para instalar a su jefe de jardinería, a la manera que lo haría el rey sol con Le Notre. Pero se equivoca, porque él está pensando en la satisfacción de los gustos del pueblo, y por tanto, en los votos que volverán a auparlo como alcalde. Piensa (quizá), que sus setos recortados y sus praderas son un apoyo a la Naturaleza. Es decir, que crear un jardín botánico puede que no pueda ser un asunto tan convencional como nos gusta a nosotros, que necesitamos un cierto orden para administrar nuestra vida. Puede que consista en permitir que haya muchos "pensadores", y no uno solo: en el caso de mi pueblo, por ejemplo, vecinos urbanitas que cultiven lo que quieran en una parcela que no les pertenece, sin norma alguna. Sus decisiones individuales pueden dar un resultado más próximo a lo que la naturaleza necesita, que parece ser la diversidad. Porque una sola cabeza pensante, como la del director del jardín botánico que tengo más cerca, puede equivocarse, y entonces todo el jardín botánico será un error. Esto lo consideran hace ya tiempo los arqueólogos, quienes asumen que los criterios de la dirección de un yacimiento son efímeros, y que en el futuro habrá otros.
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