El nacionalismo (cualquiera, incluido el españolismo) abomina de él. Lo más habitual es que el bilingüismo sea ignorado, como si no existiera, en el error de que la integridad nacional reside en la existencia de una lengua dominante, que me permite distinguirme y excluir a quienes no la dominan. Incluso llegué a proponer el tema para debatirlo en un foro de una institución el lengua castellana (el foro Cervantes), y fue rechazado por "polémico".
La persona bilingüe es aquella que domina plenamente dos lenguas desde su infancia. No es la que ha aprendido una segunda lengua, sino la que tiene dos lenguas nativas. Es quien controla de tal manera dos lenguas, que no solamente tiene una comprensión plena de ambas, sino la seguridad completa por lo que respecta a su corrección. Por tanto, no es posible adquirir la condición de bilingüe si no es en la niñez y en contacto con hablantes nativos.
Pero la persona bilingüe goza, por encima de todo, de la capacidad de transitar de una lengua a la otra, lo que, con cierta formación, es una herramienta extraordinariamente eficaz para incorporar una tercera lengua (sus sonidos, sus estructuras). Y si consideramos la lengua como el depósito de nuestro ser humano, el bilingüe tiene a su disposición la multiplicación de su posibilidad de comprensión de ciertas abstracciones, que son la llave para la adquisición de un pensamiento más rico y más complejo.
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