Escribió Camilo José Cela que los ríos unen y las montañas separan. Pero en el caso del río Sava ha sido lo contrario: este desagüe de los Alpes dináricos a través de la llanura panónica, ha sido, como otras corrientes de la llanura (el río Drava, de curso paralelo al Sava, o el propio Danubio), una ancha ciénaga que suponía una dificultad para el avance de tropas, algo que unido al emplazamiento de fortalezas a lo largo de su ribera servía de muralla contra las aspiraciones del vecino.
El beneficio que proporcionaba esta naturaleza pantanosa supuso el mantenimiento de las condiciones naturales de ese accidente geográfico, que de otra manera habría sido canalizado; algo que ahora se valora positivamente dentro de la nueva religión de Estado del ambientalismo.
La última fortaleza del río Sava se encuentra justo en su confluencia con el Danubio, en Belgrado, río que, a partir de ese punto, continuaba con esa labor defensiva.
Última función militar del Sava-Danubio como frontera de Bornia-Herzegovina y Serbia con Austria-Hungría.
Sin embargo, es cierto que los Estados han considerado siempre mejor una montaña que un río como límite natural. Y este es el motivo por el que el Sava por el sur era una frontera "menos legítima" que las cumbres de los Cárpatos por el norte, y ambicionaban la ocupación de la vertiente ajena, en este caso la norte de los Alpes dináricos. Y ya que estamos, pues ocupamos el país vecino entero. Por desgracia, aunque la ocupación de Bosnia-Herzegovina iba viento en popa, no sucedió lo mismo con Serbia, y el empeño terminó en debacle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario