"... Claudio Magris ha rescatado recientemente una brillante parábola de la melancolía imperial. Se trata de [Dritter] November 1918, un drama del escritor antifascista Franz Theodor Csokor, estrenado en 1935. En él se narran los momentos finales de un regimiento austrohúngaro disuelto tras el armisticio: «Los oficiales, provenientes de diversas nacionalidades del imperio, que hasta aquel momento se habían sentido "austríacos", se sienten de improviso pertenecientes a las nuevas patrias, que además se encuentran a menudo en una furibunda disensión recíproca. Con el fin del imperio termina también la fraterna solidaridad entre los oficiales, que se preparan para convertirse en enemigos o a dispararse entre sí. Cuando el coronel del regimiento muere y es sepultado, cada uno de estos oficiales echa un puñado de tierra en la tumba y, mientras la echa, dice en voz alta que echa ese puñado de tierra en nombre de su nueva patria, es decir, en nombre de Croacia, de Italia, de Checoeslovaquia, y así sucesivamente. Sólo el doctor Grün, el oficial médico, que es judío, echa un puñado de tierra diciendo "tierra de Austria". Los otros tienen una patria en la que pueden reconocerse; el oficial médico judío, en cambio, no la tiene, porque ha perdido su única patria posible, precisamente por ser supranacional.» Nótese que las patrias invocadas por los oficiales de las diversas nacionalidades son nuevas, no antiguas patrias restauradas. Pero hay en la parábola de Csokor algo que creo aún más relevante: el único patriotismo que han conocido hasta entonces los oficiales en cuestión es el imperial. Checos, croatas o italianos, sin necesidad de negar su pertenencia a una nacionalidad concreta, han otorgado su lealtad a una patria común cuya desaparición es la verdadera causa que les impulsa a inventar (es decir, a descubrir, a encontrar) otras patrias supuestamente olvidadas, ancestrales, que han debido perderse para poder ser recobradas. En realidad, lo único que se ha perdido es el imperio, que es precisamente lo que Csokor añora al contraponer, mediante la figura del médico judío (el único de los oficiales que no tiene una función bélica, sino humanitaria), una idea supranacional y pacífica al chovinismo de las pequeñas naciones..."
Fragmento de El bucle melancólico. Historias de nacionalistas vascos, de Jon Juaristi.
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