"... Ese mismo año [Nadiesdia] descubrió las obras de Chaikovski gracias al violinista Iosif Kotek que estaba a su servicio. Seducida por el talento del compositor, le encargó que escribiera una marcha fúnebre, que Chaikovski compuso de inmediato, y luego varias otras composiciones. Chaikovski le dedica su cuarta sinfonía. Comienza entonces un intercambio epistolar en la que se manifiesta la admiración y el cariño platónico de la baronesa. Chaikovski le responde con una amabilidad no exenta de interés.
Muy pronto, madame von Meck accede a pagarle una asignación anual de 6.000 rublos, con la condición de que ambos estén satisfechos con esta única relación epistolar. Puso a disposición del compositor sus propiedades por toda Europa, escapándose siempre poco antes de su llegada. Este idilio insólito y atemporal durará casi quince años. Una o dos veces, se observarán de lejos durante un concierto o un encuentro casual, pero nunca se hablarán. En 1884, la baronesa arregló el matrimonio de su hijo Nicolás, conocido como Kolia, con Anna Davydov, sobrina de Chaikovski, como si esta unión de las dos familias sancionara una especie de fusión sentimental entre ella y Chaikovski.
Al principio sorda a los rumores sobre las tendencias homosexuales del compositor, madame von Meck finalmente se da cuenta de ello. Herida en su orgullo de mujer, le escribió a Chaikovski el 13 de septiembre de 1890 que los reveses de la fortuna ahora le impedían pagarle la pensión que le había asignado. También es posible que la señora von Meck pasara por algunas dificultades económicas o no resistiera la presión de sus hijos que la instaban a romper definitivamente con el compositor. También comenzaba a padecer tuberculosis, que la mataría tres años después.
Chaikovski murió el 25 de octubre de 1893. Nadezhda von Meck le sobrevivió solo unos meses y murió en Niza el 14 de enero de 1894. Su cuerpo fue repatriado a Rusia..."
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Una buena parte de nuestro pensamiento radica en la sociedad en la que nacemos y vivimos. En la relación entre la mecenas y el compositor se aprecian facetas que, al menos a mí, me sorprenden. Quizá fueran comunes en la sociedad rusa de esa época, ya que también Pushkin las refleja en el personaje de Tatiana de su Eugenio Onegin, personaje que, por cierto, Chaikovski incorporó a su obra en su ópera homónima.
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