La expresión latina "Quid pro quo" y la denominación universal "Rubia peregrina" son dos fuentes de equívocos de difícil aclaración. De vez en cuando me detengo sobre ellas para reformular las explicaciones.
Un "quid pro quo" es una expresión latina con función de sustantivo que últimamente se usa mucho en castellano, aunque para decir lo mismo existe una versión perfectamente válida y equivalente, que es un "toma y daca". Explicar el significado de "quid pro quo " es difícil porque se confunden "el error de su uso" con "el error de su significado". Y es que se usa incorrectamente, pues su función original era indicar que se había confundido una cosa con otra: "en la penumbra tomé un camino por otro y terminé extraviado: tuve un quid pro quo". Para ejemplificar el error se usaban los casos gramaticales latinos, desaparecidos en las lenguas romances como el castellano, algo que dificulta aún más la explicación. Si se desea usar una expresión latina con el mismo significado que "toma y daca", debería usarse "do ut des" (doy y me das). Hacer uso de "quid pro quo" con el mismo significado que "toma y daca" lo convierte en un latinajo: una expresión latina que se usa principalmente para darse importancia.
¿Y por qué volver sobre esto una y otra vez? Pues porque no ha alcanzado legitimidad en esta lengua. De la misma manera que el galaicismo de "el que fuera entrenador", el leímo de "el pan nuestro de cada día dánosle hoy", o el galicismo de "por contra", no han alcanzado la legitimidad necesaria, por mucho que sean usados por mucha gente.
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Rubia peregrina es la denominación de una especie vegetal, que adolece de tener un significado (asociado a la imagen evocadora de la foto adjunta) muy poderoso en castellano, que termina confundiendo a propios y extraños.
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