Aunque la fuente debe ser contrastada, parece que Juan Ramón Jiménez marchó al exilio con el apoyo personal de Manuel Azaña, presidente de la República, atemorizado por la campaña promovida contra los intelectuales por un diario socialista. Esto, junto con la consternación de Jiménez por la muerte de su sobrino falangista, proporciona una visión más real, menos maniquea de la que gusta promover al Poder, siempre deseoso de obtener réditos reavivando el fuego de la cada vez más lejana última guerra civil española.
Acompaño esta reseña con un bodegón pintado por Juan Ramón Jiménez, encontrado en esta publicación, y que muestra que, respecto al arte de Juan Ramón Jiménez, también hay tópicos. Recordemos que el propio autor accedió con cierta reticencia a la clasificación de Platero y yo como obra infantil.
... Y ahora acometo la ardua labor de averiguar quién promovió a Juan Ramón Jiménez para el premio Nóbel. Y es que la suya es una figura erizada de conveniencias políticas y sobreentendidos.

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