
La bañera está llena de larvas de mosquito. Humedad. No hay viento. Se adivina el sol tras un velo de nubes alimentado por el penacho de la refinería. Silencio; sólo el rumor del arroyo hinchado por la lluvia y el tremolar de las hojas de los álamos. Finalmente, el sol es vencido y un escalofrío recorre el paisaje.
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