MIES VAN DER ROHE

Recuerdo que, la última vez que estuve en pabellón de Alemania para la exposición universal de 1929 que tuvo lugar en Barcelona, la administración pública había decidido cobrar por visitarlo, asunto que conllevaba alguna dificultad, porque es dificilísimo ponerle unos límites físicos nuevos a esta obra. Así que, ¿cuál fue la solución adoptada?: una guapa azafata advertía desde lo alto de la escalinata de acceso, agachada porque hablaba bajito (no sé porque no lo hacía desde abajo), que no podíamos subir sin pagar previamente. Pero las situaciones extrañas no terminaba ahí, porque el pabellón se percibe parcialmente, aunque no se pueda recorrer, sin necesidad de acceder a la plataforma, así que la mayor parte del público se resistía a pagar y observaba desde abajo.