Dediqué muchas horas a escuchar "El Príncipe Igor" y me he quedado sin disfrutar de la mayor parte de la obra de Verdi. En no pocas ocasiones, estas limitaciones mías, en lugar de dejarme un poso amargo me llenan de un extraño regocijo. Igual que hacía Borges, barajo varias hipótesis sobre mí mismo, aunque seguramente son todas bien poco interesantes como para andar divagando sobre ellas. Mejor escuchar las maravillosas (todavía hoy me lo parecen) Danzas Polovsianas.
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