Un ruido en la calle me despierta. Por lo cansado que me siento sé que es demasiado tarde y demasiado pronto. Hace años habría vuelto a conciliar el sueño, pero ahora mis problemas me asaltan y comienzo a darles vueltas sin encontrarles solución. Abro los ojos. Por la ventana abierta entra la luz amarillenta de las farolas que se refleja en el cielo encapotado. El miedo me invade como si hubiera descubierto la presencia de un animal acechándome en la oscuridad. La soledad y el silencio multiplican en mi mente la crueldad y la falta de sentido de la vida. Entonces comienza la lucha entre la fatiga, que me retiene entre las sábanas, y los remordimientos, que me mantienen despierto. A veces gana la primera, gracias a una fantasía que me distrae. A veces pierde, y entonces la jornada comienza en mitad de la noche.
4 comentarios:
Es duro dormir de ese modo, a veces sería mejor tener un interruptor como los electródomésticos y apagar a la hora de irse a la cama.
Saludos, que descandes.
Gracias, nómada.
Yo duermo relativamente bien. Sueño. Mis sueños están atestados de imágenes. Unas son fieles reproducciones de un pasado reciente; otras, pura mentira. Pero no está mal, nada mal, en conjunto, el recuerdo verdadero y el inventado forman un corpus en donde se concentra el pasado de la manera más amable, como un placebo.
Y cuando abro los ojos por la mañana y la veo ahí, acostada a mi lado, le digo, cada vez con más resignación, bonjour, tristesse.
En fin, no te he ayudado mucho, Glo, pero es que lo que dices me ha hecho reaccionar con egoísmo, y me he visto yo y sólo yo en esa noche...
Querida Mertxe:
Es una alegría tenerte de nuevo por aquí. Te haré una visita en cuanto mis obligaciones me lo permitan.
Durante mucho tiempo Apolo consiguió que durmiera plácidamente ocultándome los secretos de Sileno, pero últimamente el velo se ha hecho demasiado transparente...
Un fuerte abrazo.
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