5.2.10

LEKEITIO



El barco entrando al puerto de Lekeitio.


No traían mucha pesca: una caja de verdeles, otra de pulpos y un pez parecido al congrio, una tercera de rapes, y alguna otra cuyo contenido no recuerdo. El barco era pequeño y atracaron rápidamente junto a una de las escaleras del muelle. Los hombres, curtidos, vestidos de plástico, dieron los buenos días y entregaron los animales a dos mujeres, que esperaban con un carrito cada una. Los compradores nos acercamos a mirar y a preguntar. Parecíamos una bandada de gaviotas, aunque como ellas, no pudimos hacernos con ninguna presa. Los carros se pusieron en marcha hasta el mercadillo improvisado situado en el mismo muelle, un poco más allá, donde finalmente conseguimos nuestra parte del botín.

Soplaba viento sur, cálido, violento... también inesperado. Por eso sólo había un paseante por la playa, que quizá, como nosotros, miraba las olas despeinarse antes de romper.

6 comentarios:

Lena yau dijo...

Qué envidia, Glo...

Lekeitio es una de mis debilidades.

Un beso de mar helado!

Glo dijo...

Hola, Lena:

Lekeitio es un lugar bello. Quizá el mejor de la costa Vizcaína, aunque cuesta un poco llegar a ese rincón a orillas del mar, ese desierto de agua salada en el que se adentran los pescadores a ver qué encuentran.

¡Qué de historias no tendrían su cabo en lo que se puede uno encontrar allí! Más aún en la gente; en la vida de la gente...

Un saludo.

Nómada planetario dijo...

Una compra muy acertada.
Un abrazo sin tiempo para nada.

Mertxe dijo...

Mirando esta hermosa fotografía he sentido como si el tiempo retrocediera. Una vez estuve allí. También compramos pescado. Pero fue hace tantos años que casi me parece que no era yo la que observaba el movimiento del puerto.

Tu texto me ha dejado soñando...

Glo dijo...

Un abrazo, nómada.

Glo dijo...

Ahí sigue todo: la isla, la playa, el mar, el puerto, las casas pintadas de colores, los palacios... Han pasado años y las cosas han ido cambiando poco a poco, y pasarán más años y las cosas seguirán cambiando, aunque todo seguirá igual.

Un abrazo, Mertxe.