23.3.10

LA FELICIDAD

"... Habiendo sido socialista y comunitarista, y aunque había luchado por un estado democrático fuerte, Miguel de Unamuno sentía muchos reparos en el sentido de la voluntad general como estado ético, porque eso era poner en la ciudad terrestre toda la felicidad imaginable; hacer coincidir la ciudad terrestre con la ciudad de la utopía. Toda la vida moderna ha sido el intento de conciliar la felicidad y la virtud, pensando que la virtud moral y cívica traía como consecuencia la felicidad. Trae acuerdo, entendimiento, pero no necesariamente la felicidad. Porque, como decía Kierkegaar, "la puerta de la felicidad se abre hacia dentro". Quien tuvo la convicción en la época moderna de que no hay manera de acordar felicidad y virtud fue Kant, y Rousseau antes que él. Y es a Rousseau, en un texto contra el que Unamuno tenía muchos reparos, a quien se le ocurre renunciar a la felicidad y cortar la fuente de la misma en el deseo del individuo, para que de esa renuncia, de esa alienación de mi propio derecho a la libertad, pueda surgir la voluntad moral de lo general. De ahí que esa voluntad surge en un acto de expropiación del individuo, que moralmente renuncia a su felicidad. Y esto era lo que le parecía a Unamuno muy peligroso, porque ¿qué nos queda si nos hacen renunciar a la felicidad?, ¿no es una ética insincera aquella que cree que la felicidad es una cuestión menor? Yo entiendo que no es una cuestión pública, y por consiguiente no puede haber una ética pública que se proponga la cuestión de la felicidad, pero no puede haber ética radical que haga aspavientos de la cuestión de la felicidad. Miguel de Unamuno se revelaba contra la voluntad general así entendida, contra el estado ético en el sentido que ha tenido en el socialismo de estado. Afirmaba que el individuo está sobre el género, la libertad autónoma está sobre el estado, y el destino eterno y personal está sobre el progresismo, y por tanto, también sobre los ídolos de la ciudad democrática, que es una gran ciudad, pero que puede generar ídolos que se convierten en acaparadores de toda la sustancia del individuo."

Transcripción hecha por mí de parte de una conferencia de Pedro Cerezo Galán.

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