La consecuencia de tanto trabajo en el jardín es que muchos terminan optando por las superficies "duras", la tierra cubierta de una película de plástico, y en el peor de los casos, el verde sintético.
Somos una especie de lo más peculiar, la verdad. Vivimos en una imaginación constante, en una realidad paralela, que salta sobre más cercana y no siempre se corresponde con ella. Nuestra relación con las plantas no se escapa de esto. Nos gusta la planta que nunca hemos tenido, de la que hemos oído hablar; nos fascina la fantasía que nos hemos hecho o nos han ayudado a hacernos de ella. Y la adquirimos. Y poblamos nuestros jardines de especies de lugares lejanos, de híbridos imposibles, tanto más fascinantes cuanto más difíciles de obtener. Pero enseguida nos cansamos y las aborrecemos cuando descubrimos todo lo que han podido dar de sí. Y pasan al cajón de las cosas sin interés, en el que también descansan las plantas más próximas hasta que alguien las toque con la varita mágica y les insufle algún interés extravagante encerrado en palabras como "autóctona", "relicta", etc.
Así que, aunque la naturaleza que nos rodea no sea sintética, sí que es artificial.
3 comentarios:
¿Verde sintético? (¡Cielos! Naturaleza de diseño, y yo leyendo a los románticos...)
Últimamente estoy en plan "naturalista".
Somos una especie de lo más peculiar, la verdad. Vivimos en una imaginación constante, en una realidad paralela, que salta sobre más cercana y no siempre se corresponde con ella. Nuestra relación con las plantas no se escapa de esto. Nos gusta la planta que nunca hemos tenido, de la que hemos oído hablar; nos fascina la fantasía que nos hemos hecho o nos han ayudado a hacernos de ella. Y la adquirimos. Y poblamos nuestros jardines de especies de lugares lejanos, de híbridos imposibles, tanto más fascinantes cuanto más difíciles de obtener. Pero enseguida nos cansamos y las aborrecemos cuando descubrimos todo lo que han podido dar de sí. Y pasan al cajón de las cosas sin interés, en el que también descansan las plantas más próximas hasta que alguien las toque con la varita mágica y les insufle algún interés extravagante encerrado en palabras como "autóctona", "relicta", etc.
Así que, aunque la naturaleza que nos rodea no sea sintética, sí que es artificial.
En la palabra artificial se encierra la clave de lo que somos. Siempre cambiándolo todo, siempre jugando a ser dioses...
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