Tuvimos que interrumpir nuestro paseo.
Comenzamos a bajar observando los buitres dar vueltas en las cumbres del macizo de roca caliza
que no sirve de protección a este rincón del Cantábrico que es Sonabia, en Castro-Urdiales.
El camino cruzaba un bosquete de las típicas encinas de hojas lauroides que sólo existen en la costa del Cantábrico y en la de Cataluña.
A la vista de la playa y del monte Buciero, casi oculto por la bruma, se puso a llover y tuvimos que volver.
Bajo las frías y menudas gotas del aguacero tomamos esta última foto de la ermita, cuya puerta me hizo recordar la tumba de Napoleón: tenía una ventanita abierta a tan baja altura, que obligaba a agacharse (o mejor, a arrodillarse) para poder ver el altar.
De regreso a Sestao, una amiga se interesó por la ramita de encina. Si llevaba laurel, me preguntó.
De regreso a Sestao, una amiga se interesó por la ramita de encina. Si llevaba laurel, me preguntó.
2 comentarios:
Me he lanzado al Google para darle un padre a la hoja... jis...
Quercus ilex subespecie ilex. Algunos botánicos le han dado el nombre que tiene en Cataluña: alzina.
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