15.6.10

LA MAGIA Y LA MUERTE



Ayer visité una nave industrial recién abandonada. Me dieron las llaves y fui solo. No había nadie por la calle del polígono industrial. Al entrar, lo primero que me llamó la atención fueron los ceniceros llenos de colillas. Después, la suciedad y el desorden de las oficinas. Ya no había medios para mantenerlas en mínimas condiciones, aunque, a pesar de las cartas abiertas y no leídas, la ropa en desorden en los vestuarios y las botas olvidadas en los rincones, todavía se notaba un último aliento por sostener todo aquello.

Pasé a la nave. Las piezas en sus sitio, virutas en el suelo, las máquinas listas para entrar en funcionamiento... Me impresionó la soledad y el silencio de aquel lugar, hasta hace bien poco lleno de actividad y de ruido.

Al salir me alivió, no sé bien porqué, el pensamiento de que había estado en la morgue viendo un cadáver.

2 comentarios:

Mertxe dijo...

Pues, mire usted mi buen Glo, que me ha recordado a mi empresa un mayo de 1980. Todo estaba quieto y solo, todo pendiente de los camiones que se llevarían aquello que tuviera algún valor. A mi lado el resto del comité de liquidación (qué palabrita...) y el juez o forense del acto. La nave era un cadáver repleto de ruidos de otros tiempos, pero nos tapamos los oídos y le dimos tierra.

Glo dijo...

Requiescat in pace et quoque nos.