15.7.10

LUIS JAR TORRE

Hace ya algún tiempo reproduje aquí un artículo de Luis Jar Torre titulado "crimen imperfecto". Este "lobo de mar" relata, en ese y otros escritos, casos reales del universo de la navegación hoy en día. Me recuerda la labor creativa de Pío Baroja, que se documentaba minuciosamente sobre los hechos que después relataba en sus escritos, con la diferencia de que Jar Torre no parece tener la intención de introducir fantasía alguna en los suyos. Ni falta que hace, porque la mera exposición de los hechos es ya de por sí una fuente de fascinación; al menos para mí que, después de los relatos románticos, quedé "ayuno" de noticias sobre la materia, tan cerca como tengo un puerto importante que me ha hecho desde siempre atractiva la marina comercial.

Partiendo, probablemente, de las meticulosas sentencias judiciales que exige la repartición entre los distintos responsables de las enormes pérdidas económicas que supone un naufragio, y basándose en su inestimable experiencia como marino, Jar Torre reconstruye los hechos, creando incluso su propia cartografía orientativa que ayuda a que el lector pueda una idea de lo sucedido. ¿Y qué sucesos relata? Pues seguramente los mismos u otros muy parecidos a los que se dan en cualquier empresa que se ponga en marcha, pero con la diferencia, que los sume en el drama, de que hay que hacerse a la mar. Porque el mar es, todavía hoy, una circunstancia incierta y peligrosa que puede dar al traste con fuertes inversiones, y que por tanto, exige grandes responsabilidades y obliga a actos y esfuerzos poco comunes ya en otras facetas de la vida. Una "tierra de nadie", caldo de cultivo para fechorías, excentricidades y algunas heroicidades.

Luis Jar Torre podrá gustar más o menos, pero su labor rescata el universo del mar de la falta de interés en la que parecía haber caído desde la desaparición de las arboladuras y las velas.

2 comentarios:

Mertxe dijo...

Acabo de terminar 'Crimen imperfecto' y te aseguro que me lo he pasado en grande. Me han acompañado en la travesía una ensalada y un heladito de nata. ¿Se puede pedir más?

(Lo del rotulado es grandioso...)

Glo dijo...

El relato no tiene desperdicio, Mertxe. Y, por cierto, que viene a unirse a las aportaciones sobre "curiosidades de Sudáfrica" que comencé con las plantas.