De niño me daba un miedo tremendo bajar al fondo de la cantera a buscar ammonites; atravesar los vertederos ilegales donde se amontonaban cosas extrañas; recorrer el húmedo laberinto que formaban los huertos improvisados; cruzar la alambrada caída de la acería de chatarra y sentir el calor de los lingotes todavía incandescentes... Pero lo hacía.
Mucho después me sorprendió comprobar que Tarkovski también conocía lugares como aquellos, y que, obligado igual que yo, había terminado por encontrarles la belleza que parecía no podían tener; aunque fuera sólo la de haber sido la circunstancia de la infancia. Un paraíso perdido con el aspecto del infierno, pero paraíso al fin:
Mucho después me sorprendió comprobar que Tarkovski también conocía lugares como aquellos, y que, obligado igual que yo, había terminado por encontrarles la belleza que parecía no podían tener; aunque fuera sólo la de haber sido la circunstancia de la infancia. Un paraíso perdido con el aspecto del infierno, pero paraíso al fin:
2 comentarios:
Hora del café, hora de leer...
Bienvenida.
Publicar un comentario