30.1.12

EL SEÑOR DEL PÁRAMO




















Fotografía de alguien a quien no tengo el placer de conocer. Al parecer fue tomada en Vallecas en algún momento de los años sesenta.

¿Porqué la pongo aquí? Pues porque me conturba la inanidad de las cosas. Yo también viví en Vallecas, y en otros barrios de Madrid. Pero mis recuerdos de entonces son ahora borrosos. Como si todo aquello no hubiera sido más que un sueño.

Ese páramo, ardiente, helado, implacable; ese polvoriento arenal salpicado de plantas retorcidas por la sed, en el que lo único que tiene valor son algunas personas...

2 comentarios:

Mertxe dijo...

Me gusta leerte en estos agrios registros. Te siento más auténtico, alo mejor porque mi presente sintoniza mejor con esa especie de hartazgo de la vida. Hartazgo, entiéndeme, desde el balance general, que no la cuenta de resultados.

Alguna vez te he dicho que Madrid es como mi segunda tierra. Y no sé si hay motivos suficientes para esta autoadopción. Estuve de niña, un mes para un 'cambio de aires', que es lo que recetaban entonces los médicos a los niños, con cargo al bolsillo de los padres, y lo cierto es que volví otra, con más apetito, con mejor color. Después elegí Madrid para mis exámenes y posteriores celebraciones de aprobados (igualmente con cargo a los padres), y volví siempre que pude, a veces entre tren y tren cmaino de Alicante o la Costa del Sol. Adoro Madrid, aunque hoy nada tenga que ver con aquél que conocí.

Glo dijo...

Conocer Madrid fue un golpe para mí. Probablemente en cualquier otro lugar también habría descubierto, tarde o temprano, los horrores de la vida. Pero fue allí. Mala suerte.