Ibero, Cendea de Olza, Navarra.
Aquí tenemos un punto intermedio de mi viaje al Mediterráneo. No tengo intención de llegar al mar. Ni siquiera de verlo. Quienes hayan hecho el de Santiago, comprenderán perfectamente que sus extremos (el principio y el final) no resisten la comparación con cualquiera de los intermedios. La gente llora al llegar porque no quiere que termine. Incluso conozco quien se quedó a vivir años junto al camino, en una casita sin agua y sin luz construida con sus manos.
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