Encontré este peculiar experimento: una imitación, en hormigón coloreado, de una columna clásica arruinada.
Un símbolo, quizá, de la ruina de toda la urbanización, de la que este edificio iba a ser el "buque insignia".
La naturaleza, por su parte, parece ajena a todo eso. Pero es así sólo en apariencia, pues la mayor parte de las plantas que tenemos cerca son verdaderas ruinas.
Este castaño, por ejemplo, es un resto de tiempos de mayor bonanza. Se especializó para sobrevivir en selvas húmedas y cálidas, y le fue bien... hasta que llegó el frío glacial, y estuvo a punto de quedar sólo en el registro fósil. Sobrevivió aquí y allá, donde menos malo hacía. De aquel purgatorio de 90.000 años guarda la querencia por los climas frecos (síndrome de Estocolmo, diría yo), que fue una de las pocas adaptaciones que su naturaleza le permitió. Lo que vemos hoy es un extraño ser de enormes hojas, al que le ha ido mejor que regular gracias a que la especie dominante del momento aprecia sus frutos. Lo mismo puede decirse de otros colegas de su misma quinta, como el nogal, cuya apariencia es todavía más extraña... como de crápula sin afeitar.
Pero la lista de especies achacosas es interminable. Dándose codazos unas a otras esperan que vuelva aquel tiempo en el que disfrutaron de la gloria, que no por larga deja de ser efímera. No les faltan buenos ejemplos que las animan a mantenerse espectantes, porque todo termina por volver. Ahí está el caso del haya, que ha dejado boquiabierto a todo el personal después de su discretito papel en el Würm. Nadie esperaba semejante éxito.
Así que, no todo son cambios en las especies para adaptarse al nuevo medio, sino que también está el armarse de paciencia y esperar a que el medio vuelva a sernos propicio.
Pero la lista de especies achacosas es interminable. Dándose codazos unas a otras esperan que vuelva aquel tiempo en el que disfrutaron de la gloria, que no por larga deja de ser efímera. No les faltan buenos ejemplos que las animan a mantenerse espectantes, porque todo termina por volver. Ahí está el caso del haya, que ha dejado boquiabierto a todo el personal después de su discretito papel en el Würm. Nadie esperaba semejante éxito.
Así que, no todo son cambios en las especies para adaptarse al nuevo medio, sino que también está el armarse de paciencia y esperar a que el medio vuelva a sernos propicio.
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