Hace muchos años que no voy al cine. Dejé de hacerlo de repente, cuando volvieron a defraudarme las espectativas de no recuerdo qué película estadounidense. Además, las películas que me habían gustado los años anteriores eran demasiado esteticistas. Y el dinero también había empezado a ser un problema...
Ahora he vuelto. Gracias a internet, puedo disfrutar de una película como de un libro: a dosis, como dice algún personaje de Rohmer; en versión original o en castellano; comparando varias películas simultáneamente... Había una enormidad de obras maestras, y de otras quizá menos relevantes pero que a mí me interesaban, que no sabía que existían y que probablemente nunca me habrían ofrecido. Libre de la tiranía del mercado, que decidía dónde, cuándo y cómo podía ver cine, me entrego a una felicidad que había olvidado, o que, mejor dicho, no había llegado a disfrutar nunca.
Ahora he vuelto. Gracias a internet, puedo disfrutar de una película como de un libro: a dosis, como dice algún personaje de Rohmer; en versión original o en castellano; comparando varias películas simultáneamente... Había una enormidad de obras maestras, y de otras quizá menos relevantes pero que a mí me interesaban, que no sabía que existían y que probablemente nunca me habrían ofrecido. Libre de la tiranía del mercado, que decidía dónde, cuándo y cómo podía ver cine, me entrego a una felicidad que había olvidado, o que, mejor dicho, no había llegado a disfrutar nunca.
2 comentarios:
Apenas voy al cine dos o tres veces al año, pero cuando lo hago, y si tengo la suete de dar con una película decente -no pido más- disfruto mucho. El formato gran pantalla me absorve por completo.
Saludos.
Yo no encuentro más ventajas en un formato que en otro, pero en cambio disfruto de olvidarme de: no caber en mi asiento, de no saber dónde colocar el abrigo y el paraguas, de la conversación del vecino, etc.
Un saludo.
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