Sus casas de esta época (que terminó con el cierre de la sede de la Bauhaus en berlín, de la que él fue su último director) son poco conocidas pero muy elegantes.
Mies comenzó como albañil, y es evidente su amor por el ladrillo.
El monumento a Rosa Luxemburgo (demolido) es todo un homenaje a ese material.
Mies recibió encargos de casi todos los colores políticos.
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