Recuerdo que, en mi trabajo, cuando apareció internet como medio de envío de información, pero todavía no existían lugares de almacenamiento masivo, al principio encontré cierta dificultad en la combinación de medios. Así, no sabía si:
- Hacer una copia física de los documentos y enviarlos por correo ordinario.
- Enviar la información digitalizada por internet en paquetes, que debido a las limitaciones de "peso", en ocasiones no llegaban a su destino.
- Grabar un disquete con la información digitalizada y enviarlo por correo ordinario, con los problemas que conllevaba de compatibilidad de las versiones de los programas y de configuración de las impresoras.
- Esperar que alguien fuera en persona y llevara consigo el envío.
Algo parecido sucede con los escritos ahora: no sabe uno si tenerlos en pdf, en word, en jpeg... o en un formato de vídeo, como este curioso caso:
Aunque es una solución perfectamente válida, no por ello dejar de ser extrañísima.
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