"... Las sinfonías números 10 y 11 forman un díptico en el que el molde sinfónico tradicional es reutilizado por el compositor con una enorme maestría. Parece como si Shostakóvich hubiera querido demostrar que en los viejos odres de los cuatro movimientos de la forma sinfónica tradicional pueden criarse vinos nuevos, que son además buenos..."
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