II
Toques de símandro se escucharon
y llegaron los mensajeros;
no lo esperaba
olvidado tenía yo su eco;
sosegados, con livianos atavíos,
con cestillos de frutas en el regazo.
Susurré lleno de asombro:
"Me gustan los anfiteatros".
Se llenó la cávea al punto
y la luz se atenuó sobre la escena
como para un bien conocido crimen.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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