III
¿Qué pretendías tú? A todas luces balbuciendo.
A penas te habías levantado
dejando enfriar las sábanas
y los baños vengativos.
Corrían gotas por tus hombros
por tu vientre
tus pies en la piel desnuda de la tierra
en la yerba segada.
Ellos, tres,
los rostros de Hécate la osada.
Pretendían llevarte consigo.
Tus ojos, dos conchas trágicas
y en los pezones de tus senos
dos minúsculas piedrecitas granate-
utensilios de escena, no sé.
Ellos gritaban
tú te mantenías arraigada en la tierra,
rasgaban sus gestos el aire.
Unos esclavos les trajeron los cuchillos;
tú te mantenías arraigada en la tierra,
un ciprés.
Sacaban los cuchillos de las vainas
y buscaban dónde herirte.
Entonces gritaste solamente:
"Acuéstese conmigo quienquiera
¿no soy acaso el mar?"
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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