III
Y sin embargo en este sueño
el ensueño degenera fácilmente
en pesadilla.
Como el pez que destelló bajo las olas
y se hundió en el légamo del fondo
o como el camaleón cuando muda de color.
En la ciudad hecha prostíbulo
rufianes y prostitutas
pregonan encantos podridos;
la muchacha traída por las olas
luce una piel de vaca
para que la cubra un novillo;
al poeta
los niños le arrojan pellas
mientras ve cómo sangran las estatuas.
Debes salir de este sueño
de esta piel fustigada.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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