IV
El mar. ¿Cómo llegó el mar a ser así?
Durante años me demoré por las montañas;
llegaron a cegarme las luciérnagas.
Ahora en esta playa aguardo
a que un hombre eche el ancla,
unos despojos, una balsa.
¿Puede supurar el mar?
Una vez un delfín lo desgarró
y aún otra más
la punta del ala de una gaviota.
Y sin embargo qué dulce el oleaje
en que de niño me zambullía y nadaba
e incluso cuando de muchacho
buscaba figuras en las piedras,
persiguiendo cadencias,
me habló el Viejo del Mar:
"Yo soy tu lugar;
quizá no sea nadie
pero puedo convertirme en lo que tú quieras".
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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