GIMNOPEDIA, P. S.
La mar que te arrastró lejos
con tanta ternura como el seno de una madre
es ella la que sabe.
Lo que preguntabas de niño
lo balbucean ahora igual los viejos;
fantasías para inútiles empeños
como cofres cerrados con llave de marineros ahogados.
Mira, sienten miedo de la luz del sol
miedo de ver;
deliran, es lo único que pueden hacer.
Niños que crecieron con el hambre
arrancando árboles, desnudando los montes;
otros niños preguntan y te responden
por qué dieron un paso atrás-
¿Al subir? ¿Al bajar?
No sé, lo mismo da;
tienen aún muchas hogueras
que prender en la noche de San Juan.
Yo decía algunas veces: la sangre
trae sangre y más sangre-
la tomaron como un espectáculo de feria,
inútiles historias.
Yo seguía murmurando: las piedras pesan
e imposibles de levantar las ruedas de molino
que una tarde oíste detenerse
en el confín del tiempo
y trágicos los cuerpos jóvenes que se vinieron abajo-
"Ropa vieja" decían los hechiceros.
- ¿Pero cómo íbamos a vestirnos en la helada
si carecíamos de nueva?
¿Y qué decir a los amigos
cuando amargados callan
y las canciones desgarradas
complacen sólo a las grandes putas?
Y aún más: separar
un instante de vida y separar
el viento que agita las rosas
y las rosas en el pequeño jardín,
un puñado de tierra-
Eso es lo que he intentado,
en absoluto como un modo de pensamiento
sino más bien como un modo de aliento
mío, vuestro
o mejor, como un modo de voz;
la voz es viento y pasa.
La mar que te arrastró lejos
y te volvió a dejar en un puerto desconocido
ofreciéndote el silencio ante la pasarela
inagotable del mediodía
que sabe explicarte el Viernes Santo y la Pascua.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
No hay comentarios:
Publicar un comentario