Si cierro los ojos me encuentro en una penumbra inmensa,
siento el color de la aurora entre tus dedos.
Olvida la mentira que te ayudó a vivir
desnuda tus pies, desnuda tus ojos,
poco nos queda cuando nos desnudan
pero al final lo vemos fielmente.
Si cierro los ojos me encuentro siempre en un sendero,
los surcos a derecha e izquierda arruinados, al final
la casa acristalada, vacía, castigada por el sol.
Imaginé tus dedos golpeando en los cristales,
imaginé tu corazón palpitando detrás de los cristales
y cuántas pequeñeces separan a una persona
cuando no sabe superarlas.
No sabes nada porque has mirado al sol.
Tu sangre se vertió gota a gota en las oscuras hojas del
laurel,
al ruiseñor, noches que pasaron y mármoles bajo la luna,
lo llevé al río y se tiñó de sangre.
Pienso y cuando pienso, pienso
en mis venas y en el misterio de tus manos que guían
bajando con cuidado peldaño a peldaño.
Si cierro los ojos me encuentro en un jardín inmenso.
[mayo 1937]
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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