Platón, República, 616a.
Estaba hermoso Sunion aquel día de la Anunciación
de nuevo en primavera.
Pocas yerbas aún entre las piedras herrumbrosas;
la tierra es roja y unos aspálatos
enseñan dispuestas sus grandes agujas
y unas flores amarillas.
A lo lejos las antiguas columnas, cuerdas de un arpa
resuenan todavía...
Calma.
-¿Qué me puede recordar al Ardieo aquel?
Una palabra en Platón, creo, perdida en los surcos del
cerebro;
el nombre del matorral amarillo
no ha cambiado desde aquellos tiempos.
Por la noche hallé el pasaje:
"Lo ataron de pies y manos" nos dice
"lo arrojaron por tierra y lo desollaron,
a rastras lo despedazaron, lo desgarraron
sobre las espinas de los aspálatos,
al final lo echaron al Tártaro, como un guiñapo".
Así pagaba en los infiernos sus crímenes
Ardieo de Panfilia, el miserable tirano.
31 de marzo 1971.
Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña
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