Los fresnos (Fraxinus excelsior) son amantes de la proximidad del agua, aunque no tanto como los chopos (Populus nigra), y aún menos que los sauces cenizos (Salix atrocinerea)... O eso dice la teoría.
Pero en la montaña de grava cercana a la huerta de Federico, que parece el lugar menos propicio para el asentamiento de esas especies, aparecieron: en primer lugar, en lo más alto y contraviniendo toda lógica, los sauces cenizos; junto a ellos, los chopos; y acompañando a ambos, los fresnos.
De hecho, ya antes había comprobado que los sauces cenizos (o un híbrido próximo), cumplen en esta geografía una función pionera, creciendo sobre rellenos bien drenados de piedra caliza.
En realidad, aunque esto parezca contradictorio, es comprensible que suceda, pues el medio en el que tienen que nacer las semillas de esas especies, que es el lecho y las orillas de los ríos, suele presentar la dualidad de poder estar bien abastecido de agua, y al mismo tiempo, tan desprovisto de ella como pueda estarlo un desierto. Tal es la naturaleza de los cambiantes depósitos de piedras, gravas y arenas, que las corrientes van modificando cada poco tiempo, y que desprovistos de toda protección, son calentados y secados por el sol.
Imagen de Salix atrocinerea encontrada aquí.
Imagen de Salix atrocinerea encontrada aquí.
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