Resulta impactante comparar la delicadeza y elegancia de estas pinturas y el nulo valor de algunas de sus evoluciones e imitaciones. De constituir una parte importante de la vida en las sociedades que lo habían elevado a las más altas cotas de calidad (como aparece, por ejemplo, en la crónica Viaje al Japón, de Rudyard kipling), este tipo de arte pasó a ser una faceta totalmente prescindible, y de la que, en efecto, se ha prescindido. Su dependencia de la calidad del material y del virtuosismo del artista le ha salido carísima.
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