Una manzana, en latín, se denominaba "mala", y el nombre universal del manzano es "malus". Pero dice Corominas en su diccionario etimológico, que el tratadista de agricultura Caius Matius, que vivió antes de Cristo, dio su nombre a una famosa variedad de ese fruto: la "mala mattiana". Y a partir de entonces, "mattiana" sustituyó a "mala", que con el correr de los siglos mudó en "mazana", y finalmente, en "manzana".
En el momento de poner nombre al manzanillo, como es una especie no emparentada con los manzanos, los botánicos le asignaron el nombre castellano latinizado "manzinella", con lo que cerraron el círculo de confusiones lingüísticas, devolviendo una manzana envenenada al latín: porque esta manzanilla sí que es "mala".
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