Retirarse del mundo parece ser una aspiración universal. Este cuento de Kipling la celebra, y creo que los españoles que hemos sido educados en el catolicismo lo tenemos en mente, siendo que muchos lo han practicado: como el emperador Carlos V, o aquel Apat Lajos, quien construyó con sus manos uno de los albergues del camino de Santiago, donde vivió varios años, sin agua ni luz, para, según decía, expiar un crimen que había cometido.
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