Tras la puesta del sol los animales nos sentimos inquietos a la intemperie: las gallinas se recogen ordenadamente, las vacas se encaminan a la cuadra, los pájaros montan algarabía al apelotonarse en un solo árbol para dormir, y algunos seres humanos se encorvan, escondiendo el cuello entre los hombros y cruzando los brazos, al sentir el descenso de la temperatura, la humedad, y el oscurecimiento de la tierra contra un cielo aún brillante.
Magritte debió entender que nadie se había ocupado de ese momento cotidiano cuando pintó cuadros como éste.
Magritte debió entender que nadie se había ocupado de ese momento cotidiano cuando pintó cuadros como éste.
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