Algunos problemas de este momento carecen todavía de identidad. La informatización es, para mí, el de mayor gravedad debido al potencial alcance de su interferencia con los procesos intelectivos.
Socialmente la informática se entiende como un instrumento variante y mejora del papel y el lápiz. Pero esta consideración adolece de ingenuidad. Una ingenuidad tanto más peligrosa en tanto que es infantil, carente de toda sospecha. Pero la informática es un complejo instrumento enteramente artificial susceptible de contener intencionalidad.
Uno de los aspectos del problema es la tendencia del medio informático a convertirse en el único instrumento a través del cual llegamos a entender la realidad. Políticamente esto conduce a que llegue a ser interés de aquellos grupos humanos que se instalan en los flujos y los parasitan, hablando en términos biológicos. En otros términos se puede ejemplificar con los puentes o las puertas de muralla, que sirvieron de aduanas para la recaudación de impuestos. En este momento la generalización del uso me teléfonos móviles ha conducido a qué mi administración pública (del País vasco, España), obligue a su uso para los trámites administrativos. Lo que implica la exclusión de quienes no pueden acceder a ese complejo de medios materiales y de saberes.
Pero la informatización alberga problemas mucho más graves, ya que su funcionamiento condiciona el de nuestra capacidad intelectiva. Algo que puede observarse en la dificultad para trabajar cuando el equipo informático envejece. También es muy condicionante por lo que respecta a la renovación de los equipos: llegar a que un equipo informático funcione como el que se pretende sustituir es una tarea ardua que requiere cada vez un mayor tiempo.
Otra faceta del problema es que la legislación de la informática se hace a espaldas de la sociedad, que es inconsciente de que debe ocuparse del asunto en la misma medida que otros aspectos de la vida. La administración pública habla de "alfabetización informática", lo que nos produce inquietud a quienes llevamos toda la vida "alfabetizados informáticamente" y apenas alcanzamos a actualizarnos en los aspectos más sencillos y cotidianos. Y es que hemos observado que, de instrumento que agiliza, la informática ha pasado a instrumento que exige una excesiva dedicación, que anula su supuesta virtud auxiliadora.
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