La jornada de ayer terminó sin grandes novedades. Al menos agradecí que no lloviera.
Primero subí por Iturribide, calle en la que desemboca esta dura escalinata.
Después bajé al Arenal, donde los altos plátanos andan ya medio calvos.
Y me asomé a la ría, que estaba así de alta. Al otro lado del puente, el antiguo edificio de la naviera Aznar, hoy atiborrado de funcionarios municipales.
Los tinglados, que una vez más han estado en obras. Ahora son peatonales.
Edificios de madera de mediados del XIX.
Y una actuación nueva, que en mi opinión no es buena ni mala, sino todo lo contrario.
Muros de contención.
El ayuntamiento de la noble villa.
Y de regreso a Sestao, gran ambiente en la Gran Vía. La temperatura suave invitaba a salir de compras.
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