24.2.10

SIN ETIMOLOGÍA

Desde que compramos uno de los últimos diccionarios euskera-castellano, en casa ha surgido la preocupación por la etimología en el euskera. Y es que para alguien interesado en aprender una lengua, todas las herramientas que le conduzcan a su comprensión son siempre pocas: verlo escrito en poesía, en prosa, en publicidad; oírlo hablar en todas las circunstancias y a personas de todas las edades; encontrarlo en registros coloquiales, familiares, laborales... y explicado en sus orígenes posibles o ciertos por medio de la etimología. Aunque nos habría venido bien, no esperábamos encontrar aclaraciones etimológicas en nuestro pequeño diccionario, pues excede su cometido, pero es que tampoco las hemos encontrado en diccionarios enciclopédicos, escritos exclusivamente en euskera, a los que hemos tenido acceso.

La etimología tiene un alcance que va más allá de la averiguación anecdótica del origen de una palabra. Es un instrumento imprescindible para aclarar, de manera que no quepan dudas, lo que queremos decir. Así, los textos de muchos filósofos (si no de todos) están cuajados de aclaraciones etimológicas, llegando a parecer un ejercicio insoslayable. En cualquier lengua.

Creo que fue el pensador pamplonés Juan David García Bacca quien propuso una habitación cerrada como metáfora de aquella parte del saber que en un momento dado no nos permitimos abordar, y que entrar en ella termina por convertirse en una tentación a la que tarde o temprano terminamos por sucumbir.

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