El paseo de Santoña es una de esas bellezas que estuvieron de moda en los años sesenta, pero que ahora casi nadie recuerda. Injusto olvido, en verdad, porque el lugar y su entorno son espectaculares y merecen una visita.
Desde este punto (el ambarcadero para cruzar a Laredo) se divisa "la ballena" de Islares en el horizonte. La fortaleza de aire ilustrado es el fuerte de San Martín.
La playa soporta una discreta presión turística de la que ha resultado un lugar ordenado y sin excesos. Probablemente porque antes de que se estropeara, la gente empezó a preferir las viviendas unifamiliares.
El monte Buciero domina la localidad y no hay lugar desde el que no se vea. Está cubierta de un denso encinar (Quercis ilex) , que es el bosque típico de la costa cantábrica. Junto a las encina suelen encontrarse también laureles (Laurus nobilis) y madroños (Arbutus unedo).
El monte Buciero domina la localidad y no hay lugar desde el que no se vea. Está cubierta de un denso encinar (Quercis ilex) , que es el bosque típico de la costa cantábrica. Junto a las encina suelen encontrarse también laureles (Laurus nobilis) y madroños (Arbutus unedo).
El estremo de la barra de Laredo, que parece venir a nuestro encuentro. Hasta Hendaya no vuelve a encontrarse una playa tan formidable como la de Laredo.
Patronato militar en el paseo marítimo. Uno de los edificios monumentales que salpican la trama y que dan carácter a Santoña.
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